El Presidente Juan Manuel Santos de Colombia y el grupo rebelde más grande de su país dijeron el miércoles que estaban a punto de llegar a un acuerdo de paz para terminar con el conflicto de guerrillas más largo en América Latina, y anunciaron que habían logrado avances en algunos de los temas más difíciles que aún dividen a ambos bandos.
“Somos adversarios, estamos en orillas diferentes, pero hoy avanzamos en una misma dirección que es la de la paz”, dijo Santos en La Habana.
El presidente y las guerrillas, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, o FARC, establecieron un plazo de seis meses para firmar un acuerdo final, y las guerrillas acordaron empezar a entregar sus armas 60 días después de que se firmara el trato.
El miércoles, Santos hizo un viaje sorpresa a La Habana, donde las negociaciones se han llevado a cabo durante casi tres años. Al anunciar su viaje en su cuenta de Twitter, dijo: “La Paz está cerca”.
Las FARC publicaron fotos en Twitter de su comandante en jefe, Rodrigo Londoño, también conocido como Timochenko, en una reunión con los miembros del equipo de negociación en La Habana, con el mensaje: “Llegó la Paz”.
El último acuerdo involucró tres elementos centrales que habían frustrado a los negociadores por largo tiempo: la entrega de armas; la forma en que los miembros de las FARC y el personal militar del gobierno serán castigados por violaciones a los derechos humanos cometidas durante la guerra; y el plazo para finalizar el tratado.
El primer paso se dio hace una semana, cuando los negociadores finalmente acordaron el asunto de los castigos, según lo dijo una persona familiarizada con el proceso. Las FARC han insistido durante mucho tiempo que sus líderes no deberían ser castigados, en tanto que Santos ha dicho que no aceptaría un trato que incluyera inmunidad a violadores de los derechos humanos.
El acuerdo final es un compromiso en el que, aquéllos que confesaron violaciones importantes a los derechos humanos o crímenes de guerra, recibirán castigos de hasta ocho años, según dos personas cercanas a las negociaciones. Las consecuencias incluirían un servicio comunitario o trabajo pesados que ayudarían a las víctimas de la guerra. También podrían estar sometidos a algún tipo de detención que no involucre cumplir una condena en prisión, pero no quedó claro de inmediato lo que esto implicaría.
Las guerrillas serían obligadas a confesar sus delitos ante una comisión de la verdad y no hacer una divulgación completa acarrearía penas más severas.
Un día antes de volar a la Habana, Santos intentó manejar las expectativas advirtiendo que mucha gente podría no estar satisfecha con el nivel de los castigos.
“No todos van a estar contentos, pero estoy seguro de que, a la larga, será lo mejor”, dijo en un evento el martes en Bogotá, la capital colombiana. “Nadie puede estar completamente satisfecho, pero el cambio será muy positivo.”
Los detractores del proceso de paz han insistido en el asunto de la justicia, advirtiendo que las guerrillas saldrían con castigos ligeros por las atrocidades, bombardeos, secuestros y otros actos sangrientos de una guerra que ha dejado cicatrices profundas. Al mismo tiempo, los críticos de izquierda del gobierno han advertido que las atrocidades cometidas por los militares también serían pasadas por alto.
La noche del martes, ambos bandos acordaron establecer un plazo de seis meses para firmar el acuerdo final y así se estableció el escenario para el anuncio del miércoles.
No obstante, quedan muchos detalles que deben resolverse, incluyendo la forma en que se entregarán las armas, donde se guardarán tales armas, quien vigilará la entrega, así como varios aspectos del proceso de justicia.
También queda la cuestión de someter o no el acuerdo final a la aprobación de los votantes colombianos.
Ahora, ambos lados han llegado más lejos que nunca. El gobierno y las FARC habían intentado llegar a un acuerdo de paz en tres ocasiones previas, pero cada esfuerzo había sido un fracaso.
“Esto le pone fin a la guerra”, dijo Bernard Aronson, enviado especial de Estados Unidos a las charlas. “Estos son los avances más importantes desde que empezaron las negociaciones.”
Los negociadores ya han llegado a acuerdos preliminares en otros aspectos del acuerdo de paz, incluyendo el desarrollo rural, la forma en que los exguerrilleros participarán en el proceso político y cómo se combatirá el narcotráfico.
El gobierno calcula que 220.000 personas han muerto durante más de 50 años de guerra entre sus tropas, los grupos guerrilleros y los grupos paramilitares de derecha. Millones de personas han sido expulsadas de sus hogares debido a la violencia.
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