miércoles, 20 de abril de 2016

¿Por qué los refugiados sirios no huyen a los ricos países del Golfo?



La crisis de los emigrantes ilegales en Europa, y la acogida de millones de ellos en atestados campamentos en Turquía, Líbano y Jordania, plantea la pregunta más razonable: ¿por qué no huyen los sirios y los iraquíes a los cercanos países del Golfo, ricos y además musulmanes?
La respuesta es simple: ninguno de esos países está dispuesto a recibirlos en grandes cifras. La voluntad de rechazo es tan categórica que ninguna instancia internacional implicada, ni la ONU ni la Unión Europea, ha hecho siquiera el intento.
Arabia Saudí, con su régimen fundamentalista estricto, no es plato de buen gusto para sirios e iraquíes, acostumbrados a respirar otras atmósferas, incluso bajo las anteriores dictaduras laicas. Pero ni Riad ni los demás países del Golfo Pérsico más tolerantes -Emiratos Árabes Unidos (EAU), Kuwait, Qatar, Omán y Bahréin- desean refugiados. Todos ellos son países recientes, sin ninguna tradición de acogida de extranjeros que no sean trabajadores sometidos a una legislación muy estricta de residencia. Los que llaman con un eufemismo “expatriados” son profesionales occidentales, atraídos por sueldos muy elevados, o mano de obra asiática -en particular filipina e india- sometida de hecho a un régimen cercano a la esclavitud. Sus visados tienen por lo general una duración de dos años, aunque suele ser prorrogable.
Una llegada masiva de sirios supondría una amenaza para los países árabes del Golfo en muchos sentidos. Salvo Arabia Saudí -con sus 30 millones de habitantes- los demás reinos petrolíferos del Golfo tienen poca población, y temen verse desbordados en términos proporcionales si comienzan a distribuir estatus de refugiados. De ahí que no concedan la nacionalidad a extranjeros más que con cuentagotas.
Junto al demográfico juega el factor económico. Ningún país árabe del Golfo quiere compartir con otros la riqueza petrolífera, que concede a sus ciudadanos pensiones vitalicias desde la cuna a la sepultura. Esa mentalidad de subsidio vinculado a la ciudadanía explica la escasez de estímulos para el estudio y para el desarrollo de una industria propia, un handicap asumido que sitúa a los árabes del Golfo en abierta inferioridad frente a los sirios, mucho más educados.

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